
¡Claro que no!
- Quienes viven en una situación irregular continúan a ser amados por Cristo y siguen siendo miembros de la Iglesia, pueden y deben participar en la vida de la misma, aún no pudiendo recibir la Santa Comunión ni la absolución sacramental.
- Es verdad que la Eucaristía sin la Santa Comunión inmediata no es completa, le falta una parte esencial. Sin embargo es también verdad que participar en la Eucaristía sin la Comunión Eucarística no significa que sea igual a nada, pues siempre se participa al misterio que se celebra.
- En cuanto dichas personas experimentan un cierto dolor y un sufrimiento por haber quebrantado la exigencia de Cristo sobre la sacramentalidad del amor entre un hombre y una mujer y/o la indisolubilidad de tal vínculo, y por lo mismo no poder tener la plena comunión en la participación a los sacramentos de la Iglesia:
· ellas pueden sentirse abrazadas por Cristo crucificado, pueden sentirse más cercanas al Señor que ha sufrido por nosotros y sufre con nosotros. Su cruz no es dulce y ligera porque sea pequeña o insignificante, sino que llega a serlo porque el Señor -y junto con El toda la Iglesia- la condividen;
· pueden confiar en la misericordia de Dios;
· ofrecen un testimonio positivo también a los otros fieles: con ese propio sufrimiento, nos ayudan a comprender que el sufrimiento puede ser una realidad muy positiva, que nos lleva a madurar, a ser más nosotros mismos, más cercanos al Señor (cfr. ficha sobre el sufrimiento);
- Dichas personas pueden participar en diversos modos en la vida de la comunidad eclesial.